lunes, 8 de diciembre de 2008

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En un libro de Alfonso Karr que se titula Am Rauchen existe un personaje que sigue de noche a una mujer elegantísima cuya belleza lo cautiva a su sola contemplación. Por besar su mano se reconoce con fuerzas para llevar a cabo todas las empresas, con voluntad para todas las conquistas, con valor para hacerlo todo. Apenas se atreve a admirar el lindo arranque de la pierna que ella descubre al levantar la falda para que no roce el suelo. Mientras sueña en todo lo que sería capaz de hacer por poseer aquella belleza, ella se detiene en la esquina de una calle y le pregunta si quiere subir a su casa. El hombre le vuelve la espalda, cruza la calle y se aleja tristemente.

Así somos los hombres. Ciertamente es una dicha que la imaginación otorgue esta poesía a los sentidos, y que los deseos de la carne hagan esta concesión a los ensueños del espíritu.


La dama de las camelias.


1 comentario:

Quettaheru dijo...

¡Oh, qué casualmente he llegado a este elegante blog, en el que habitan dos muñecos de colores en actitud cariñosa y somnolienta! Ya que estoy, felicitaré a la creadora por el cumplemés, y por el audaz diseño, las dos cosas.
Y brindo porque haya muchos más muñequitos en el futuro.